Las madres son sinónimo de origen de la vida, cuando ha engendrado hijos en su seno, o de amor que desborda y fluye, para acompañar la vida de quienes eligieron como vástagos. Un amor incondicional, puro, sin exigencias, un abrir de puertas y esperanzas para dar a otro ser, la posibilidad de crecer acompañado, cuidado y seguro, logrando en definitiva salir al mundo con más defensas. Ese ser al que la naturaleza dotó de cualidades especiales de maestra, amiga, consejera, y un poco hada, para convertir sueños en realidades, es quien merece llamarse madre, y ya desde la antigüedad fue distinguida como tal.
Rea, fue una diosa griega, que mató a su propio esposo que a la vez era su hermano, para defender la vida de su hijo Zeus. En efecto, el marido de Rea era Crono, quien había derrotado y castrado a su padre, Urano, como venganza por haber encerrado en la profundidad de las tinieblas a sus hermanos menores monstruosos. La venganza de Crono fue hecha a pedido de Gea, su madre.
A su vez, Gea y Urano le previnieron a Crono, que uno de sus hijos ocuparía su lugar en el trono como él hizo con su padre, por lo cual, todos los hijos que fueron naciendo de su unión con Rea, corrieron el triste destino de ser devorados por Crono. Luego de comerse a sus cinco primeros hijos, el alma maternal de Rea ideó un plan, para salvar a su sexto hijo y recuperar a los demás, que estaban dentro de su esposo.
Al nacer Zeus, su hijo número seis, cubrió una piedra con pañales, y fue eso lo que consumió Crono en lugar de su hijo, quien fue haciéndose hombre en la isla de Creta, ocultado y celosamente cuidado por su madre. Con la ayuda de este hijo ya grande, logró hacer beber a Crono una pócima que lo hizo vomitar al resto de sus hijos.
A esta diosa, ejemplo de amor por sus hijos, los griegos le rindieron homenaje, y más tarde lo hicieron los romanos, llamándola Magna Mater, al tomar como propios los dioses griegos.
Los aztecas rendían culto a la diosa Coyolxauhqui, y los celtas británicos a la diosa Brígida. Fue en Inglaterra, en el siglo XVII donde se instituyó un Día de la Madre parecido al actual, pero destinado a que los sirvientes al menos una vez al año, pudieran visitar a su madres, sin perder la paga.
Otra madre famosa por su devoción a su hijo divino, fue la Virgen María, a quien se le rinde homenaje todos los 8 de diciembre, en el calendario cristiano, como Día de la Inmaculada Concepción. Esta celebración fue la que reemplazó el culto a la Magna Mater romana, cuando el Imperio se cristianizó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario