Iniciación es palabra derivada del latín initiare, que tiene la misma etimología de initium, “inicio o comienzo”, viniendo las dos de in-tere, “ir dentro o ingresar”. En ella, encontramos el doble sentido del “ingreso en” y del “comienzo o principio de” una nueva cosa.
En otras palabras, iniciación es la puerta que conduce a ingresar en un nuevo estado moral, espiritual o material, en el cual se inicia o comienza una nueva manera de ser o de vivir.
Este nuevo estado, esta manera de ser y vivir, son los que caracterizan al “iniciado” y lo distinguen del profano, en cuanto el primero, habiendo ingresado en él, lo conoce desde adentro, mientras el segundo queda fuera del mismo, fuera del Templo de la Sabiduría o de un real conocimiento de la Verdad y de la Virtud.
Así pues, este ingreso no es ni puede considerarse únicamente como material, no es ni puede ser solamente la recepción o aceptación en una determinada asociación, sino que debe considerarse, primero y fundamentalmente, como el ingreso en un nuevo estado de conciencia, a una manera de ser interior, de la cual la vida exterior es efecto y consecuencia.
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